jueves, 28 de mayo de 2009

...de vuelta a casa...


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Hoy era una de esas tardes de laboratorio en UCLA de 4 a 6 de la tarde. Por algún motivo que desconozco hoy no ha terminado a las 18:00 sino a las 18:30 y me han puesto una copa de champán en la mano, creo que se celebraba algo. Ha empezado la charla de las 5 y el ponente ha empezado a hablar de cómo los pacientes se enfrentan al cáncer y su primer ejemplo era una chica que se llamaba Gema, (el ponente era italiano, porque “Gemas” aquí no hay) me ha entrado tal ansiedad que me he bebido el champán de golpe para dejar de pensar en si la tal Gema esa fuera yo.

Finalizada la charla me he ido a coger mi autobús que, por supuesto, he perdido y entonces he visto el 14 y me he dicho: “¡este pasa al lado de mi casa que lo he visto yo!” y me he subido. Al poco de subirme me pareció que iba en dirección opuesta pero con el efecto del champán me he quedado dormida, dando cabezazos y atolondradilla y cuando he empezado a reaccionar no sabía dónde estaba.

He cogido un plano (los tienen dentro de los autobuses) y no me ha ayudado en nada porque el autobús no estaba haciendo la ruta que en el plano aparecía. Así que nada, he pensado ¿qué es lo peor que me puede pasar? ¿Qué me deje en el muelle de Santa Mónica? Y más o menos por allí me ha dejado, en la calle 7, después de dar una vuelta de una hora por todo el suroeste de Los Angeles. Me he bajado y el número del autobús no era el 14 como ponía delante cuando lo cogí, sino el 8 ¡manda……!

Mi situación era la siguiente: no tenía nada más que 25 centavos, tampoco tenía el móvil porque como estoy en banca rota se me acabó el saldo hace unas semanas y si no tienes saldo tampoco puedes recibir llamadas, así que lo suelo dejar en casa, sí que tenía mi Ipod y estaba escuchando TOOL, estaba atardeciendo y el viento que venía del océano me daba en la cara, lo que no me venía mal después de la copita de champán, así que me lo he tomado con filosofía (no sé cual filosofía, una de tantas) y me he puesto a caminar.

Desde allí a mi casa, Googlemaps dice que hay casi dos horas caminando. Estaba en la calle Siete cuando se cruza con la calle Margarita (muy bonito todo; el numero de la suerte de la mayoría de los seres humanos con la flor que deshojamos cuando queremos saber si nos quieren o no) total, en medio del cruce he visto un móvil en el suelo. Lo he cogido, lo he puesto en la acera y he seguido, pero me he dado cuenta de que a lo mejor era más interesante llamar a alguien desde el móvil porque de lo contrario era bastante difícil que su dueño/a lo encontrara.

Así que he vuelto. He buscado en la agenda, había una “mommy” y la he llamado, tras 4 minutos hablando (se creía que era su vecina, entonces yo no sabía que estaba llamando a Florida y que allí eran pasaban de las 11 de la noche) se ha enterado de que era el móvil de su hija que lo había perdido y me ha dicho que tenía otra hija, que eran gemelas, que vivían cerca la una de la otra y que la iba a intentar localizar, de paso me ha dado la dirección de la dueña del teléfono que vive en la calle 11.

Al poco me llama la hermana y me dice que puede venir ahora mismo a buscar el móvil, así que le digo donde estoy y ha parecido en un pis pas. Curiosamente iba a UCLA, que era de donde yo venía, y tenía justo que pasar delante de mi casa, así que me ha traído a casa.

miércoles, 27 de mayo de 2009

US(A): las cosas que pasan, las que no pasan y las que no pueden pasar


Mi pasión por Friday Night Lights sufrió una estocada profunda la semana pasada cuando una compañera de UCLA contó una historia de su infancia en un curso de doctorado.

En Friday Night Ligths las cosas suceden así; un equipo de futbol americano de un instituto de una ciudad pequeña de Tejas en la que diferentes historias personales se desarrollan (la mayoría encaminadas a que los chicos y chicas del instituto sean admitidos en una universidad) y en la que también hay un equipo de animadoras que anima en los partidos.

Lo que no me había dado cuenta es de “las cosas que no pasan” en la serie. Es decir, no hay un equipo de futbol americano femenino. O a lo mejor sí que me había dado cuenta, pero no le había dado importancia hasta que esta chica, que iba a un instituto de una ciudad de Tejas hará unos diez años, nos contó que en su instituto NO había grupo de futbol americano y que en la clase de gimnasia, chicos y chicas practicaban juntos este deporte.

Se les ocurrió que podían constituirse como equipo y pidieron permiso al, supongo, alcalde o responsable de estos asuntos y se lo concedieron, sí, pero para formar un equipo masculino. Ellos y ellas protestaron diciendo que hasta el momento habían jugado juntos sin problemas y les respondieron que practicar este deporte juntos no era apropiado. Así que dijeron Ok, pues pedimos uno por separado, para formar un equipo de chicas, pero se lo denegaron porque no era un deporte apropiado para mujeres.

Debieron pensar que habían sido muy duros y les sugirieron que, si querían, podían hacer un equipo de animadoras.

Hablando de cosas que no pasan, la serie es tan buena y tan característica de la vida en Tejas que, yo suponía, que si en ella no sale un equipo femenino de futbol americano sólo significa que las cosas en Tejas siguen siendo como hace 15 años, esto es, hay cosas que no pueden pasar y punto, ¡¡¡pero me equivocaba!!! Aquí fotos

martes, 26 de mayo de 2009

La Historia que pesa.

SUE
You’re a good man, Wally. I wish
our dad would have been more like
you.

WALT
Don’t call me Wally.

SUE
No, I’m serious. He was hard on
us, really traditional, really old
school.

WALT
I’m old school.

SUE
Yeah, but you’re American.


Después de intentar entender por qué hay tantas diferencias entre la gente “mayor” en España y la gente “mayor” aquí, en Los Angeles, ya sospechaba que nuestra laaarga y peculiar historia tendría mucho que ver en nuestra forma de afrontar los problemas, los inconvenientes, las buenas noticias, la vida en general. Nuestras tradiciones vamos, no en el sentido de las procesiones en Semana Santa o los toros o la feria de abril… sino nuestra forma tradicional de entender cómo se deben hacer las cosas y cómo se tiene que hablar de ellas.
Del agorismo (agorero) español catastrofista, centrado en el qué dirán, en la tradición… a la aparente libertad americana de opciones de vida, de posibilidades, de todo.

Así te encuentras que una viejecita en España de 80 años estaría pensando en su jubilación y sus nietos y sus tapetes hechos a punto y una “no tan viejecita” pero de la misma edad aquí, si tiene dinero, en primer lugar físicamente (visiblemente) no es viejecita porque ya se habrá operado unas cuantas veces, y mentalmente tampoco porque sigue llevando una vida como la que ha llevado siempre.

Digo que aquí la “libertad” me parece que sólo es aparente porque cuando has crecido en España (y en general en Europa) resulta muy evidente que aquí son más esclavos del capitalismo que lo que lo somos nosotros. Es decir, que en realidad su historia (corta) les pesa tanto como a nosotros la nuestra, pero con una diferencia: su historia “MOLA” porque la saben vender siempre ligada al ocio, al buen rollo, al easy going y a la diversión. Los Hippies, el Rock, Halloween, la industria del cine, Thanksgiving, Beverly Hills, el sueño americano, Las Vegas, las series, la tierra de las oportunidades, los realities, etc. Incluso sus mayores catástrofes históricas están tan bien vendidas, que vemos pelis y hasta nos hacen llorar.

Y ahí está Clint Eastwood con “Gran Torino” enseñándonos el lado más feo de América: republicano, conservador, racista, machista… y reconciliándolo con la historia americana, la pasada: la guerra de Vietnam, el cristianismo, la América del hombre blanco de clase media… y la presente: la espectacular mezcla de nacionalidades y de tradiciones que conviven en los Estados Unidos, el cristianismo también, el problema de las bandas callejeras, etc. Y va el tipo y en una sola frase me hace entender de golpe eso a lo que llevaba dando vueltas 10 meses, ¿por qué los adultos americanos son tan diferentes a los españoles? Pues sí, porque son americanos.

miércoles, 6 de mayo de 2009

¡¡SANTA CRUZ!!

Santa Bárbara está ardiendo y en el departamento tenemos un congreso la semana que viene allí. El viento es tan fuerte que se mueven las puertas de mi casa y parece que alguien las empuja, lo que no creo que sea nada bueno en un incendio. Ya os contaré… de momento estaba en el tercer día de nuestro viaje…
El tercer día empezó en Normandía, desayunamos tres veces por cabeza; total 9 desayunos porque los españoles es lo que tenemos: cuando algo es gratis, arrasamos. Hechas unas bolas nos lanzamos a rodar por la “tarta de fresa” que es Carmel. Carmel es una ciudad costera, con una playa increíble que ha conseguido que sea un lugar turístico, actualmente lleno de tiendas estilo las tiendas de Montana Ave en Los Angeles. Para los que esto no os diga nada (la gran mayoría) son tiendas pijillas, pequeñas con género tan selecto como caro y, generalmente (menos la ropa), llenas de cosas inútiles que no sabemos muy bien quién querrá llevarse a casa, peeero muy bonitas y de esas en las que nada más entrar te dan los buenos días, si te presentas te dicen: “lovely to meet you” y cuando te vas te desean un día maravilloso, y todo esto es gratis también.

Así que entramos en unas cuantas, arreglé mis gafas (que me las había cargado sentándome encima de ellas), compramos sellos, mandamos postales, nos hicimos un bocata cada una con las sobras y a las dos horas aprox. nos fuimos a la playa. Nos fuimos a sentar pero un autóctono al vernos con los bocadillos, nos dijo: you guys are gonna feed the squirrels? because if you are, they’re going to bother me and I want to sleep. Que en castellano quiere decir: soy un rancio y no quiero que nada ni nadie me moleste y también: “si vais a dar de comer a las ardillas iros lejos”. Lo dijo con tan poco tacto que ni respondimos, nos levantamos y nos fuimos a otro lugar, mientras nos alejábamos comprobamos con satisfacción (modo arpías-on) que todas las ardillas iban hacia él. Dimos la vuelta a un seto y descubrimos un lugar especial para nosotras, sin ardillas y sin autóctonos. Comimos y nos quedamos fritas (si habéis seguido un poco las historia en menos de 3 horas desayunamos dos veces y nos comimos un bocadillo cada una). Nos despertó un vendaval espectacular ¡¡y una de nosotras había desaparecido!! Carmen, así que Salvia y yo hicimos amago de ir a buscarla, el amago consistió en ver lo que les costaba a las gaviotas volar en contra del viento y analizar la cantidad de arena que se estrellaba contra nosotras cuando nos levantábamos.

Después de eso decidimos ir hacia el coche, hacerle una llamada perdida y esperar a que su inteligencia privilegiada le llevara a descubrir la intención de la llamada y nuestra localización. Y así fue. Nos pusimos en marcha, conducía yo, pasamos del resto de la península de Monterey (que yo ya conocía porque hacía una semana había estado en un congreso allí) y seguimos hacia el norte, pero apenas avanzamos un poco vi algo increíble a la izquierda de la carretera, me pareció un muelle lleno de focas y no me equivoqué, paramos otra vez y estuvimos un rato viendo las focas, a una nutria que nos salió al paso y alguna que otra gaviota…


el viento era insoportable así que nos metimos enseguida en una especie de bar que había y… ¡premio! ¡A comer otra vez! la comida era increíble, muchísimo pescado fresco y yo me comí una paella que estaba bastante buena. Seguimos nuestro viaje hasta que llegamos a ¡¡SANTA CRUZ!! Ciudad conocida por sus surferos y por esas camisetas que todos hemos visto alguna vez en las que pone eso: SANTA CRUZ. Está hermanada con Santa Cruz de Tenerife, tiene una universidad que debe ser de las más espectaculares del mundo porque está en medio de un bosque de sequoias y unas playas… para mí las mejores, muy parecidas a las de Tenerife. ¿Por qué sé tanto de Santa Cruz? Porque era el sitio al que quería ir. Y lo intenté, pero no pudo ser y ahora mismo me alegro porque para mi tesis estoy donde tenía que estar aunque en aquel momento yo no lo supiera: Life Works in mysterious ways. Pero claro, tenía esa espina clavada y me moría de ganas por conocer la ciudad, la universidad, las playas… Llegamos, dimos un par de vueltas, vimos que las casas eran menos lujosas que en LA, que la ciudad en sí era más sencilla, que había muchísima gente por la calle, vimos el muelle con el tradicional parque de atracciones, vimos un montón de moteles y decidimos entrar en uno que se llamaba Beach Inn y que nosotras decidimos llamar BICHÍN, preguntamos, esta vez probé una nueva fórmula, le dije; “somos tres, pero nos apañamos con un par de camas dobles” y no sé si fue eso, pero [me acabo de quedar de piedra porque acabo de ver un anuncio intentando convencer a las madres para que vacunen a sus hijas contra ¡¡el cáncer cervical!! Pero????!!!!????] total que no sé si fue la forma de decírselo pero directamente nos dio el mejor precio hasta el momento: 70$ que si echáis cuentas es… menos de 25$ cada una con desayuno incluido. Le dijimos que sí al momento y yo le pedí indicaciones para llegar a la universidad, nos dijo que nos iba a hacer un plano. Subimos las cosas y cuando salimos otra vez de la habitación nos había dejado el plano colgando de la puerta, un sol. Cogimos el coche y fuimos a la universidad ¡¡¡qué emoción!!! ¡¡¡qué emoción!!! Y era increíble, preguntamos por el edificio de psicología y llegamos a un edificio general de ciencias sociales pero nos dejamos llevar por la multitud de chicos y chicas que subían hacía un sitio del que salía música y ¡voilà! Había un concierto por y para las mujeres, así que allí que fuimos. Había un grupo de chicas de una Sorority haciendo promoción y claro su letra griega era la PSI y a Carmen se le ocurrió (o a mi, ya no sé) que me tenía que hacer una foto con la letra griega de mi carrera, así que…

[QUÉ VIENTO HACE DIOS MÍO]Pasamos un rato viendo a los universitarios bailando, nos empezamos a dar cuenta de que todos estaban muy buenos (las universitarias también) y no recuerdo cómo el nombre de nuestro hotel se convirtió en un nuevo calificativo para los tíos… ¿cómo diría? Good Looking, hot, buenos. Y empezamos a decir: “¿has visto a ese bichín?” “mira ese bichín” “esto está lleno de bichines” cuando decidimos irnos descubrimos que teníamos cierto atractivo para los bichines ¡ambelibabol! No sé si por el descapotable, porque éramos tres tías solas o porque como íbamos comentado la jugada se dieron cuenta de que les mirábamos, pero vamos, que nos miraban bastante (bichines, bichines, bichines!!


Todos entre los 18 y los 20, la verdad, no entran en nuestro rango de interés, además de que dos de tres tenemos novio). A casa, nos bebimos el resto de la botella de litro y medio del día anterior, yo vi un capítulo de Friday Night Lights (ya no sé ni cuantas series veo) y luego me empeñé (si no recuerdo mal) en salir a ver qué hacían los bichines después de que se pusiera el sol. Pero no había muchas ganas y no sabíamos dónde ir, vimos una patrulla de la policía parada con una niña que iba en su todoterreno con su perro, llegamos hasta una bolera que parecía ser lo único que contenía seres humanos a esa hora, allí yo flipé con una parte de la cultura americana que no había tenido ocasión de ver hasta el momento y que no voy a contar aquí porque sé que me excedería y esto ya está siendo un exceso. Regresamos pronto y la patrulla seguía con la niña (unos 19 años) la habían sacado del coche y estaban inspeccionándolo todo.
NOS FUIMOS A DORMIR.