jueves, 13 de agosto de 2009

Navajo Land


Hacía media hora que habíamos salido del Grand Canyon; el verde había dado paso a tonos amarillentos y los bosques a pequeños poblados de casas de arcilla y puestos de joyería tradicional india. Gema no paraba de decir: “¡parece que estamos en Marruecos!”. Estábamos en la reserva Navaja.
Se nos había hecho tarde y nuestra intención de cruzar Monument Valley con luz suficiente para llegar a nuestro motel, que se encontraba más allá de la frontera de Utah, no iba a ser posible.
En ese momento en el que estábamos más preocupados por llegar al mexican hut fue cuando al subir una loma, nos encontramos de bruces con las puertas de Monument Valley… ¡la hostia! Seto-seto-seto-HOSTIA (se acabaron los setos). Entonces sólo pudimos hacer una cosa, arrastrar el coche a la cuneta, bajarnos y darnos unos minutos para contemplar la inmensidad del paisaje (aquí es donde me voy a poner pedante): iluminado de forma inmejorable por el sol del atardecer que resaltaba el rojo de las torres de piedra que, de forma caprichosa, se alzaban en el valle.
No sabemos cómo describiros el paisaje que vimos, las fotos no son suficientes y las palabras siempre se van a quedar cortas (aunque en el párrafo de antes no lo haya parecido). En mi caso sólo puedo decir que es el paisaje de Estados Unidos que siempre quise ver y mi deseo se vio colmado.

Tanta contemplación, coronada con la aparición de la luna llena antes de la caída total del sol (como diría Carmen: “un completo”) hizo que se nos hiciera aún más tarde; llegar a nuestro motel de noche se volvió a hacer inevitable. Pero esta vez la suerte estaba de nuestro lado y cuando menos nos lo esperábamos nos dimos de bruces con él: SAN JUANÍN, SAN JUAN-INN La suerte quiso que hasta cenáramos a orillas del río San Juan, degustando comida tradicional navaja y os puedo decir una cosa: ya sé por qué fueron a la guerra, por no volver a casa a comer: ¡¡cosa más sosa!! Los Yanquis no sólo les quitaron la libertad, les quitaron la sal… la sal, la salsa… todo lo que hace que un plato no sea… seco. Pero lo bueno vendría al día siguiente…
Me moría de impaciencia por llegar otra vez al valle y poder verlo a la luz del día, pero antes había que hacerse con un sombrero de Cow Boy para Gema.
Giro a la izquierda, caseta, diez dólares y ya estábamos dentro de la Reserva de Monument Valley. La ruta en todoterreno o en caballo era demasiado para nuestro presupuesto, lo que sí que teníamos a era tiempo para contemplar, una vez más, la grandiosidad del paisaje. Hay dos palabras que resumen la sensación: “¡¡Ooh Yeah!!” lo que en español quiere decir: “Jooder”

miércoles, 12 de agosto de 2009

Grand Canyon


Aquí empieza una crónica de lo que ha sido y va siendo nuestro viaje por la Costa Oeste. Pisaremos; Grand Canyon, Monument Valley, Las Vegas, Death Valley, Mono Lake, Yosemite, San Francisco, el Big Sur,… y L.A. Lo sé, mas sitios que tiempo, eso explica que todo se resuma en llegar, suspiro, foto y otra vez al coche… ¡¡¡¡¡el que sigue!!!!!
Perdonar de ante mano que nos enrollemos, y la pedantería que inevitablemente suele hacerse dueña de este tipo de escritos(sobre todo si los escribo yo)
1.Navajoland
Amanecemos en Flagstaff. Pueblo a las puertas del Grand Canyon, vestido de un verde que choca con la árida y rojiza idea que uno tiene de Arizona. Nos abastecemos en el buffet del motel en el que hemos dormido y… ¡vámonos!
El paisaje es precioso; bosques y pequeños ranchos son los que acompañan la I89 en su ascenso a la entrada sur al Grand Canyon. Tras 1h, uno empieza a estar impaciente. No sé lo que imaginaba, quiero decir, ¿qué esperar ver al llegar? Un cartel luminoso, una montaña rusa que se ve con millas de antelación y colas de turistas entrando por torniquetes. Para empezar lo que tenemos es la cola de turistas en rancheras y turismos, no hay torniquetes pero sí unas monísimas casetas de madera donde abonas tus 25$ por vehículo. Sigues conduciendo y ya dentro del Parque sin ver nada destacable… "a mí esto me recuerda a la que se monta en la pedriza…" la cosa es que de pronto la línea de árboles deja un hueco por el que ver más allá y… ¡no hay nada! y cuando digo nada quiero decir que se acaba el mundo, apenas puedes ver unos riscos en el horizonte.
Vamos al grano; cuando consigues aparcar y acercarte a la barandilla lo que puedes contemplar es un jodido agujero al infierno que va mas allá de lo que tus ojos pueden abarcar y tu mente imaginar.
¿Qué decir? Es acojonante. Este paisaje es de esos que te hacen sentir pequeño. Bueno, eso es una tontería porque ¡eres pequeño!, muy pequeño, insignificante, diminuto, eres una puta hormiga… tú sigue mirando abajo, que el fondo no se ve. ¿Ves aquello? ¿Eso es el fondo? ¡¡¡Pues no!!!
Todo está atestado de turistas. Bajan y suben, lo de subir cuesta más; no quieres tomártelo así pero son una premonición de lo que va a ser nuestro futuro. Y es que, como digo siempre, el deporte es como el alcohol, o lo practicas con regularidad y un toque de profesionalidad o sienta fatal. Nos damos 2h. de bajada… Llevábamos 45 minutos y ya nos parecía que con 1h. 30m. ya estaba bien.

Hay que decir que está claro que si quieres ver el Gran Cañón hay 3 formas:
1ºTe haces una ruta completa, una de las güenas.
2ºTe haces un tour en helicóptero como nuestros amigos David, Jose y Marta (pijos), (lo digo desde el cariño y el respeto, siempre… y la envidia)
3ºTe recorres todos los miradores que hay a lo largo de su garganta.
Digo esto porque las rutas de bajada se adentran dentro del mismo pliegue del cañón. Por lo que tu paisaje de fondo no varia sustancialmete, y eso desmoraliza.
Paramos para comer, gracias a lo recaudado en el buffet del motel por Gema. Comiendo conocimos a uno de los “rescatadores” del Cañón. Su misión: rescatar a todos esos turistas que tras una vida de sofá en verano deciden que, bajo un sol de justicia, y sin apenas agua - porque pesa mucho o abulta demasiado - pueden ser Armstrong. Lo fuerte es que nos explicó que él si ve una situación de riesgo no puede forzar a nadie a desistir, sólo puede recomendarle parar, dar la vuelta, etc. y cobra un plus por cada rescate.
Ahí fue cuando decidimos comenzar a subir, me acordé de algo que le había dicho a Gema cuando bajábamos: “podría haber sido peor, podríamos haber empezado a bajar a eso de las 12”. Era peor, eran las 12 y estábamos subiendo. Fatal.

No he dicho nada de la fauna del Grand Canyon… puedes ver rapaces, carneros (uno de ellos posó de forma muy profesional para nosotros y el resto de turistas). Y, por supuesto, ardillas. ¡Qué monas son! bueno, al menos las 20 primeras a partir de ahí son como cucarachas con pelo, como las personas pero más monas.
Nos costó, mucho, pero conseguimos llegar otra vez al comienzo de la ruta, la tienda de recuerdos (¡cómo somos los humanos!). Entonces fue cuando probamos el modelo 3 de visita, y comimos en uno de los miradores… ¡increíble!, de verdad. Inmenso, si esto lo viera Gallardón metía 5 parkings y un ensanche con arbolitos.
En Grand Canyon no puedes darle ni un momento de respiro a tus ojos, y si no, que se lo digan a Gema que en su labor de conductora sólo podía ver de reojo las vistas que surgían entre los arboles a su izquierda por lo que me gritaba: ¡¡¡¡¡¡ RAUL!!!!!!! ¡¡¡¡¡mira!!!! cuando ya nos íbamos de camino a Monument Valley. Así es como se acuñó una de las frases del viaje: "seto-seto-seto-hooooosstia-seto-seto-seto".

martes, 30 de junio de 2009

Police Station


Redondeando mi serie de des-gracias encadenadas, alguien ha utilizado mi tarjeta de crédito en Argentina para comprarse la tarta más grande que debían tener en una pastelería, y digo la más grande que debían tener, porque se han gastado 216 pesos, casi 42€ en ella y ¡ni me han dado las gracias! Así que di noticia a mi banco y fui a poner una denuncia a la Policía de UCLA. Los dos jovencísimos (ísimos, ísimos) policías que me atendieron me hicieron múltiples preguntas y se lo tomaron tan en serio que van a investigar qué sucedió cuando me dejé mi cartera en John Wooden Center o, como lo he estado llamando yo en este Blog, el gimnasio de UCLA.

El 18 de Mayo me olvidé mi cartera en una clase de step, volví al día siguiente a por ella y me la devolvieron sin el dinero que tenía en efectivo que, por cierto, eran los últimos 50$ que tenía para el mes y ahí comenzó mi decrépita situación. Curiosamente al día siguiente otra mujer a la que conocía de vista me dijo que conocía a quien había devuelto la cartera y le pedí por favor que me dijera quién era por saber qué había pasado. Hablé con esta persona, que era una chica asiática estudiante de UCLA de unos 20 añitos y me pareció tan dulce que saqué en conclusión que ella no podía haber sido, así que fui a hablar con la jefa que me había devuelto la cartera para preguntarle ¿cómo podía ser que si la persona que la devolvió no tocó el dinero cuando me la dieron a mí éste había desaparecido? Y esta mujer, que fue incapaz de mirarme a la cara, me dijo que la cartera estuvo todo el día en su oficina y que ellos sólo la abrieron para ver si me podían identificar. No la creí, pero le di las gracias y me marché.
Parece ser que a la Policía le ha parecido que los dos hechos: que me dejara la cartera y que alguien utilice mi número de tarjeta de crédito, podían estar relacionados, y me dijeron que lo van a investigar. Así que nada, veremos como de eficaz es la policía de Los Angeles.
Pero lo que no me dieron fue una copia de la denuncia, al parecer aquí funciona de forma diferente que en España: aquí sólo te dan una referencia, si quieres un duplicado tarda 10 días y cuesta casi 20$

lunes, 29 de junio de 2009

El Hombre Blanco

Mis padres siempre me han contado que se conocieron “a través de la pipa de un Indio”, así que desde pequeña me he imaginado las pipas de los indios con todo detalle (por la relevancia que tenían para mi historia familiar). Me las imaginaba enormes con trozos de madera tallados, plumas, telas llenas de colores y, por supuesto, espejos, porque de lo contrario la historia que me contaban mis padres no tenía sentido. Me imaginaba al indio sentado en el centro fumando de la pipa y a mis padres tonteando a través de los espejos y apartando el humo.

Pero gracias a un documental sobre la historia de los Indios Nativos Americanos he descubierto que las pipas de los Indios no son tan diferentes de las de los fumetas de cualquier parte del mundo. Por desgracia tengo que reconocer que no ha sido lo único que he descubierto viendo el documental.

Pura casualidad que este fin de semana también tenía que leerme una etnografía de finales de los 70 sobre los Apaches de una Reserva del Oeste: PORTRAITS OF “THE WHITEMAN” KEITH H. BASSO
El libro trata sobre las bromas que los Indios de esta reserva hacen sobre “el hombre blanco” y a través de las cuales el autor analiza cómo los Indios Nativos Americanos ven a los Anglo-Americanos y cómo rechazan buena parte de lo que son sus costumbres a la hora de relacionarse. (Una mezcla de “Sin noticias de Gurb” y “Stuff White People Like”). Hasta el momento, al menos yo, tenía muchos ejemplos sobre bromas que los americanos hacen sobre los Indios, pero no al contrario y no sabía que me perdía la mejor parte.

Se ríen de todo: desde la rapidez con que “el hombre blanco” llama amigo a un casi desconocido (un ejemplo, un, dos, tres, responda otra vez: Facebook) hasta del empeño del hombre blando por gritar e insultar a las máquinas cuando estas no funcionan como esperaban. A mitad del libro no podía parar de reírme con cosas como esta (conversación en la que un Apache está contando como otro Apache imita a un Hippie):

“Él estaba de broma, ya se lo había visto hacer antes un montón de veces. Se puso a hacer que era un Hippie, se puso una fregona en la cabeza y se puso a andar alrededor de donde yo estaba sentado, mirándome fijamente. Sin decir nada. De pronto empezó a decirme: ‘tú nativo americano, hombre, ¡primer ciudadano! ¡Uaaau, Uaaau!!’ y no paraba de decir ‘¡¡Uaaau!!’ y justo después me empezó a pedir dinero; ‘ Dame un dólar, cincuenta céntimos, diez céntimos. Tú mi hermano, tú mi hermano’ y todo el mundo se partía de risa. Haciéndose el Hippie dice: ‘¡eres mi hermano!’ Dice eso sólo porque quiere dinero, eso es todo. Algunos hombres blancos aún se creen que los indios somos idiotas”.

Pero sin ninguna duda lo que se ha llevado la palma ha sido la ácida crítica al: “How you doing?” “¿cómo te va?” algo que sale una y otra vez en sus imitaciones que, por cierto eran del estilo de las de Muchachada Nui. Cada vez que imitan al hombre blanco empiezan diciendo: “How you doing my friend?” porque no terminan de comprender por qué una persona que apenas te conoce y a la que no le importas un pimiento te pregunta que ¿cómo estás? O que ¿cómo te va? Algo que se pregunta también todo europeo cuando llega a Estados Unidos. Hay tres tipos de personas que te hacen esta pregunta: en los comercios, es decir gente a la que no has visto ni vas a volver a ver y a la que le tienes que responder “I’m doing Great!”, gente que te conoce de vista y a la que de verdad tienes que responderle algo más elaborado que un “Great” y, por último, la gente que tiene sentido que te lo pregunte; tus amigos, familiares, compañeros de curro, etc.

Y es curioso porque no es ni mucho menos la única crítica en la que yo creo que Indios Nativos Americanos y extranjeros en US coincidimos. Os sorprendería saber hasta qué punto nos parecemos más a un Apache en la forma de relacionarnos que a un americano.

jueves, 25 de junio de 2009

14:30 estaba trabajando en mi habitación cuando mi compañera de casa, Tanja, se ha parado en la puerta, estaba hablando por teléfono y le estaba diciendo a la persona con la que hablaba: “Espera que le voy a preguntar a Gema” y entonces me ha preguntado: “¿Michael Jackson ha muerto?” y yo he saltado de la silla: “imposible, no, no, te están tomando el pelo” y me he levantado, he ido al salón a poner la tele mientras ella me decía: “pues es el rumor que corre”. He puesto la tele y he buscado alguna cadena con noticias y cuando la he encontrado se veían imágenes aéreas del Centro Médico de UCLA que está a la entrada de la universidad, al mismo tiempo una periodista estaba diciendo que Michael Jackson había fallecido de un ataque al corazón en su casa de Los Angeles.
Estaba viendo a la gente a las puertas de este Hospital en la cadena NBC y no he podido evitar pensar en que no me podía creer; ni lo que estaba pasando ni que yo estuviera tan cerca de lo que estaba sucediendo.
22:30 y las cadenas principales siguen hablando de él y de Farrah Fawcett, que también ha fallecido hoy. No sé si tendré ocasión de ir a Hollywood, al parecer la gente ha llenado de velas y flores las estrellas de ambos artistas y ya hay un montón de fotos circulando por internet.

martes, 23 de junio de 2009

Brentwood


Ver mapa más grande
Han vuelto a empezar las clases en UCLA, las sesiones de verano. Sólo tengo un curso ya (y mucho trabajo que hacer) el curso se llama: Lenguaje e Identidad.

UCLA me dice adiós con una patada en el culo; fui a solicitar una tarjeta de transporte, que hace más económicos los trayectos en autobús, y me dijeron que si no era estudiante de UCLA (es decir, si no pagaba los 28.000$ anuales que me costaría ser estudiante en la Universidad de California) pues no tenía derecho a ese servicio. Después de una hora esperando para esto, jugué todas mis bazas y le dije a la chica que había estado utilizando todo el año sin problemas la tarjeta de la universidad para viajar en el autobús a 0.25$ y me hizo saber que tampoco me deberían haber permitido eso (me lo dijo de buenas, sonriendo) así que me fui al gimnasio para descubrir que también se me acaba el chollo del centro de deportes porque tendría que pagar el trimestre de verano entero si quisiera seguir (unos 80$) y, evidentemente, no tengo ese dinero.
La buena noticia es que también descubrí que tenía que vaciar mi taquilla antes del día 10 de Julio o de lo contrario ¡¡se quedan con mis cosas!! Qué agresividad. Eché cuentas de lo que me tengo que gastar en autobús durante las 6 semanas del curso y me di cuenta de que sólo me queda dinero para comer y para transporte :(

Por lo que para poder hacer deporte he decidido irme a caminar por el barrio, que me sale gratis. ¿Dónde quedaron aquéllos días que me iba al paseo marítimo de Santa Mónica a correr? Si soy sincera ya me había hartado porque el mar aquí no es como el mar en España y mi barrio lo tenía muy poco explorado.

Me he ido a caminar por el “precioso” Brentwood, he decidido ir hacia el norte y llegar hasta arriba del todo de las montañas ¡ilusa de mi! Al principio me he emocionado porque se veía el Getty Center y parecía que iba a llegar en cuestión de media hora, he empezado a subir, subir, subir, subir y las calles se hacían cada vez más estrechas y empinadas.

Antes de seguir tengo que explicar que aquí las calles no tienen ACERA así que caminas por la calzada, tampoco tienen ILUMINACIÓN por la noche. La calzada no está delimitada ni por rallas ni por nada y suele ser bastante cutre. Este barrio no tiene ninguna zona común: parques, plazas, calles anchas. Principalmente porque todo ese espacio lo tienen dentro de las casas. No hay tiendas nada más que en San Vicente en Sunset Boulevard y en otro par de calles principales. Los bares ¡no existen! Sí existen las franquicias como Sturbucks o Peet’s Coffee, pero sólo en las calles principales. Las casas son ENORMES, los chalets más grandes de Madrid: Parque Conde Orgaz, La Moraleja, es lo más parecido que se me ocurre. Dentro de las fincas suelen tener más vegetación que la del Jardín Botánico, así que desde la calle parece que estás caminando en medio de la selva.

Estaba caminando por una calle que se llama Firth, en principio con los cascos despreocupada porque total era de día y en este barrio, como siempre digo yo: “nunca pasa nada” (de lo que me alegro, ¡eh!) y cuando me he querido dar cuenta la calzada era realmente estrecha y no me llegaba ni un rayo de sol porque ¡¡¡los árboles y el resto de la vegetación cubrían el cielo!!! Me he quitado los cascos porque he pensado que si venía un coche por lo menos lo oiría y justo entonces me he dado cuenta que de entre las ramas de los árboles salían… ¡cámaras de vigilancia! He seguido hasta el final de la calle y sorpresa, la calle terminaba en otra propiedad privada gigantesca. Así que me he dado la vuelta.

Otra de las cosas que no he explicado sobre Los Angeles es que cuanto más hacia el Nor-Oeste, hacia el Océano, más republicanos son. En mi barrio muchas de las casas lucen la bandera americana y sólo suelen ponerla quienes son republicanos. También cuanto más hacia el Norte y más hacia el Oeste, más grandes son las casas y más blindadas están.

En estas calles en las que no te cruzas más de tres almas en 2 horas de pateo, dos de esas tres almas son de Sudamérica porque hay, al menos, dos trabajadores por casa (si no están haciendo obras, si están de obras están también los obreros) y son todos de origen sudamericano.
Beautifull Brentwood!