martes, 28 de abril de 2009

El Segundo día...

El Segundo día, Dios hizo el cielo, y nosotras estábamos a sus puertas pero aún no lo sabíamos… Amanecimos en Cayucos: desayuno, gasolina, lavar el coche, ducharse, empaquetar, meter todo en el coche (no por este orden) y seguimos nuestro viaje hacia el norte. Nada más empezar a conducir tuvimos que parar, la costa era espectacular, arrancamos de nuevo y empezamos a ver paisajes increíbles hacia el interior y allá que nos desviamos, aunque no fuera el plan, por una de las carreteritas de la derecha. Vacas, granja, valles y montañas más verdes que las Asturianas ¿pero dónde estamos?


Intentamos seguir pero nos apareció por sorpresa una playa INCREÍBLE a la izquierda y claro, tuvimos que parar. Playa arriba, playa abajo, qué monas las piedras, las gaviotas, la fauna, la flora...


¿Seguimos otra vez? ¡pero poco, eh! porque ¡voilà Leones marinos! Así, a casco porro en una playa cualquiera, paramos. A lo tonto, a lo tonto con tanta parada ya era la hora de comer e íbamos devorando una bolsa de doritos, salimos del coche y se nos acercó una familia de pájaros, que nos miraban de forma tan tierna así que les empezamos a tirar doritos, acabamos dándole de comer a una ardilla con la mano y casi olvidando el motivo principal por el que habíamos parado, en pleno momento de cooperación entre especies vimos un cartel de “Don’t feed the animals” que no supimos nunca si se refería a las ardillas, a los cuervos, a los leones marinos, al resto de gaviotas y pájaros similares… nosotras por si acaso terminamos de darle de comer a esta ardilla que comía a dos carrillos y nos chupaba las manos con la lengua diminuta que tenía (luego en el coche cuando nos dimos cuenta de la cantidad de enfermedades que transmiten estos bichos y de que no teníamos una triste toallita pata limpiarnos las manos nos pareció menos tierno todo).


Una vez vimos alejarse a la ardilla tambaleándose de lo gorda que la dejamos, nos acercamos a los leones marinos, todo lo que pudimos y empezamos a hacerles fotos. Carmen empezó a grabar un vídeo sin decirnos ni mu y nos pilló hablando puro estilo Rogelia y Puri, he estado tentada de ponerle subtítulos al video que es muy corto y hacer un link, pero luego he pensado que a lo mejor desde fuera no os va a parecer tan gracioso… Mientras tanto elaboramos nuestra propia teoría del Origen de las Especies: de ardilla alimentada por los turistas a gaviota o a cuervo (no lo teníamos muy claro) de ahí a pelícano, de pelícano a foca y de foca a león marino. Seguimos un poco más, nos volvimos a parar enseguida en unas playas increíbles, entramos en el County de Monterey. En nuestro mapa nos aparecía un pueblo que se llamaba GORDA y en el que estábamos deseando parar, pero qué decepción, que no había pueblo ni cosa parecida, sólo un bar-restaurante y una tienda de recuerdos.


Comimos lo más barato que había en la carta que era un perrito caliente con patatas y nachos y que no era en absoluto barato. Nos subimos al coche dispuestas a seguir. Pretendíamos dormir por algún lugar en la zona del Big Sur que era donde estábamos, pero no había sitios para dormir, solo playas, acantilados, playas. Paramos en un sitio, ya no sé si con intención de dormir o de qué, pero el sitio era increíble y nos atrapó, tenía unas casetas pequeñas y nos quedamos con ganas de preguntar cuánto costaban, el lugar era también un bar restaurante con tienda de recuerdos (también en el mapa aparecía como pueblo) estaba en un acantilado y desde allí se podían ver kilómetros y kilómetros de playa.


Atrapadas, atrapadas por el sitio… decidimos seguir y aquí llegó el momento álgido del día. Estábamos en lo más alto de una colina, por eso el acantilado era tan espectacular y la carretera (de dos carriles y dos direcciones, es decir, un carril para cada dirección) empezaba a descender, cuesta abajo. La conductora regular era yo, la ocasional era Carmen y la que no había conducido hasta el momento era Salvi. Así que nada, Salvi fue a coger el coche, just for a change, Carmen le explicó cuatro cosas básicas de los coches automáticos, y empezamos a bajar, nos incorporamos a la carretera e íbamos despacito, despacito, Salvia: “oye chicas, para acelerar en este coche hay que apretar muy fuerte el acelerador ¿no?” y Carmen en ese momento se empezó a reír, sin parar, sin parar, cuando fue capaz de respirar dijo: “¡Salvia que no has arrancado!” y ahí íbamos, con la inercia de la cuesta abajo, en nuestra carreterita de doble sentido ¡¡sin arrancar el coche!! Con el ataque de risa que les dio, (que no a mí, que me puse histérica) pin pan, ladera abajo, otra vez a la cuneta, esta vez arrancamos y tirando.


Vimos el famoso puente del Big Sur. Y seguimos, volvimos a parar en una revuelta en la que había unas sequoias espectaculares y un puente, dejamos el coche súper lejos y tocó andar, de camino a las sequoias nos salió una serpiente espectacular que nos dio un susto de muerte, a nuestro regreso, la muy perra, seguía allí y nos volvió a asustar. Empezábamos a estar muuuy cansadas y Carmen acuñó la expresión: “más alante, más bonito” para disuadirnos cada vez que intentábamos parar para ver el paisaje, y la frase pasó a ser el lema del viaje porque sino no había forma de avanzar. Teníamos ganas de encontrar un sitio para dormir. Pasamos por un par de “poblados” de madera estilo peli de miedo de terror en medio del bosque en la que acaban muriendo todos, encima estaban todos al completo, supusimos que porque la gente no había visto suficientes pelis de miedo. Vimos una especie de RANCHO-HOTEL y nos paramos en la puerta a preguntar por los precios, Carmen conducía y era la que tenía más fácil lo de preguntar, hizo el amago de pasarnos la pelota caliente pero no le hicimos caso, para la ocasión hizo una construcción gramatical española, pero evidentemente con intención de hablar en inglés y le quedó como sigue: “For Sleeping?” y que quiso decir “¿Qué vale una habitación para dormir en este Hotel por favor?” El tipo nos dijo que 400$ y nos fuimos corriendo. Lo siguiente fue un camping, ya estábamos derrotadas, la chica nos dijo que lo único que nos podían ofrecer eran unas barracas por 70$ fuimos a verlas, ya estaba anocheciendo. Las baracas eran una lona de plástico con tres gomaespumas en el interior, sin electricidad, ni agua, el baño estaba lejísimos (al otro lado del rio) dimos un par de vueltas, empezamos a sacarles pegas y nos acabamos yendo, lo único bueno que tenía es que íbamos a dormir en pleno bosque de sequoias enormes. Eso y que no sabíamos lo que nos esperaba para llegar hasta el siguiente pueblo. Conduciendo ya de noche, hechas puré y aguantando las luces largas de los americanos que nadie sabe por qué de forma regular no las quitan cuando se cruzan con otros coches. Un agotamiento total, habíamos perdido ya toda la esperanza cuando vimos indicios de civilización y de pronto ¡¡PLOF!! un complejo comercial de esos con farmacia 24 horas, tiendas de comida, restaurantes de comida rápida, etc. nos lanzamos como fieras a la farmacia 24 horas, que en realidad tienen comida y de todo. Nos perdimos (yo creo que por el estado de cansancio que teníamos) en un montón de cosas que tenían rebajadas a un dólar y nos acabamos comprando las cosas más inverosímiles dada nuestra situación: que no teníamos nada que llevarnos a la boca, ni sitio para dormir. Entre otras: un pintauñas DE PURPURINA AMARILLO que sería protagonista más adelante de un acto promocional de este nuestro país, España, un pintalabios, un atrapa gafas (porque hasta el momento nuestra costumbre favorita dentro del coche era sentarnos encima de lo que pilláramos, gafas, mapas, llaves, móviles...) cargadas con estas cosas tan útiles y una botella de litro y medio de vino fuimos a la caja y aquí vino la segunda frase del día después de que la cajera nos hubiera dicho lo típico: que tengan buena noche, fui yo a decirle: “igualmente, feliz noche, por cierto ¿dónde estamos?” la chica se sorprendió como es natural, o artificial ¡yo qué sé ya! y nos dijo, ¡¡estáis en CARMEL!! Yupiiii! Buscamos hotel, descartamos uno que nos ofrecían con chimenea en la misma habitación y acabamos en el hotel de un tipo que nos cayó muy bien porque nos ofreció jerez con pastas y un buen precio. La habitación era increíble y aún tuvimos ánimos para regresar a la misma zona de antes a comprar comida, cocinar, cenar, bebernos la botella (que sobró la mitad porque era peleón de narices) y a dormir en Normandía!!

jueves, 23 de abril de 2009

DÍA 1.- Los Angeles/Oxnard/Santa Barbara/Morro Bay/Cayucos


Ver mapa más grande
Salimos como a las 10 de la mañana por Sunset Boulevard en dirección al océano con la capota bajada. Había que vernos a las tres en un descapotable, pasando frío. Nos costó poco descubrir que el truco estaba en tener la capota bajada, pero las ventanas subidas e, incluso, poner la calefacción. Sunset Boulevard es una calle llena de curvas sin fin que va desde Hollywood hasta el Océano, al llegar al océano en Los Angeles en lugar de un paseo marítimo hay una autopista (son muy originales en este país) y esa autopista se puede seguir hacia el Sur (San Diego, Tijuana) o hacia el Norte (lo que nosotras hicimos). Caminito al norte pasamos por Malibú (que o no tiene tampoco paseo marítimo o no se lo vimos) siguiendo la autopista nos fuimos metiendo para el interior donde hay muchísimos cultivos (de fresas, pistachos y uvas) como no nos gustaba eso de alejarnos del mar, nos desviamos a la altura de Oxnard gracias a un cartel que decía algo así como “carretera con vistas al mar” y fuimos a parar a una especia de tiendas como las de todo a cien en España pero llevadas por mexicanos. Encontramos cosas de lo más variopintas, desde vírgenes para el coche, hasta gorros de cowboy. Ahí Carmen, que iba de copiloto, empezó a introducirnos la idea de que “probablemente” necesitáramos un mapa de carreteras. Así que empezamos a preguntar en estas tiendas que, por supuesto, no tenían esas cosas. Nos dividimos, Carmen y Salvia disfrutaron de la cantidad de productos increíbles, nunca vistos antes, que había en estos sitios y yo entré en una tienda de fotocopias y di con el que debía ser el único nativo americano del lugar, súper amable además, y cuando le pregunté por un mapa de carreteras me dibujó el suyo propio para indicarme cómo llegar hasta otra zona de comercios y, finalmente, comprar el mapa allí. El hombre se tomó 15 minutos de molestias explicándome con todo detalle cada semáforo y cada base militar (que había un par por la zona) que teníamos que pasar para llegar a este lugar que era una licorería (es otra cosa que les gusta mucho aquí, las tiendas de licores). El mapa que me dibujó lo guardamos, además de por lo amable que fue, porque lo hizo con mucho cariño el hombre y, sólo una vez en los Ángeles, nos dimos cuenta de que tenía la dirección de la tienda detrás ¡y página web! Y eso que la tienda era como una tienda de fotocopias de barrio. Esta es la web, si pasáis por Oxnard tenéis que hacerle una visita. Lo cierto es que siguiendo sus indicaciones llegamos a donde queríamos: a una gasolinera, compramos nuestro mapita y tiramos para el norte, no antes sin flipar con que OXNARD ahí donde lo veíamos, tenía unos canales más bonitos que los de Venice en Los Ángeles.
Pim pan, pim pan y llegamos a Santa Bárbara, nos dimos un paseíto, subimos la capota porque nos moríamos de frio y seguimos hasta La Goleta donde comimos, la comida estaba güena güeña y el café más bueno aún (como dice todo el mundo, el café que beben los americanos es más bien “té de café” pero el expreso es igual en todo el mundo) y nos dimos un paseíto por el muelle.

Queríamos explorar más la zona, pero aquí empezó ya nuestro problema con las señales de tráfico Californianas, que no hay quien las entienda, cada vez que nos metíamos por un camino nos encontrábamos con una señal que decía: “carretera privada, usted está utilizando esta vía por su propia cuenta y riesgo” así que claro, nos dábamos la vuelta y volvíamos a nuestra acogedora carreta general. Pero no entendíamos si es que eran carreteras que llevaban a zonas residenciales privadas o es que eran tramos que no había construido el Estado de California. Total, nos perdimos un poco más por allí en una especie de lago que había cerca donde un par de surferos nos tomaron un poco el pelo con “nuestro amigo del coche” que era la careta de pirata que le habíamos puesto al asiento del copiloto, nos preguntaron que cual era el problema de nuestro amigo y les respondimos que sólo disfrutaba del mundo en dos dimensiones, por eso estaba enfadado.

Aquí está el Piratilla al lado de la laguna
Nos despedimos, cogimos otra vez la autopista y a seguir. Dándole vueltas al mapa descubrimos que la autopista se metía hacia el interior de nuevo, pero las vistas eran increíbles, así que nos pareció bien. Cuando nos estábamos acercando a Morro Bay ya íbamos pensando en dormir, hasta este momento nuestra intención era dormir en tienda de campaña, así que mirábamos los campings (no teníamos ni tienda de campaña, lo que ilustra muy bien nuestro idealismo, que no tiene límites). Por desgracia nos pasamos la zona de Morro Bay que era la que tenía camping y que debía ser impresionante y paramos en el siguiente pueblo: CAYUCOS, el pueblo básicamente (igual que Morro Bay) era una tomadura de pelo, eran unas 150 casas mirando hacia el mar en una ladera y parecía fantasma por completo. Entramos y al pasar dos calles vimos a una mujer sobre la que nos abalanzamos a preguntar, tenía como unos 50 años y fue tan amable que nos dijo que ella iba hacia la zona de los moteles, que la podíamos seguir. Cogimos el coche y ¡sorpresa!, la señora llegaba tarde a una reunión y se marcó un rally espectacular, con STOPS a velocidad de vértigo y giros imposibles, íbamos muertas de la risa en el coche, vaya que lo típico cuando alguien se ofrece a servirte de guía es que vaya súper despacito y tal, pues no no, eso sí, cuando aterrizamos en el sitio se tiró otros 10 minutos contándonos dónde podíamos cenar, tomar una cerveza, y nos recomendó un Motel que tenía playa propia, luego nos dijo que sentía el rally pero que llegaba tarde a una reunión (ahí fue donde nos enteramos claro, hasta el momento creíamos que habíamos cogido a la mujer de 50 años más veloz del salvaje Oeste Americano). El Motel se llamaba: Cayucos Shoreline Inn. Creo que lo primero que pensamos con lo del Motel fue: “Uy, nosotras en un Motel con playa propia, ¡qué va, qué va! Pero vamos a preguntar que por preguntar no se pierde nada” y Salvia entonces comentó: “claro, estamos haciendo estudio de mercado” y nuestro estudio de mercado duró, lo que dura el agua en una cesta y consistió en que la señora de recepción nos dijera que eran 120$ sin las tasas, pusiéramos cara de poco convencidas, nos diera un segundo precio de 105$ con tasas y con desayuno incluido, le pidiéramos las llaves para verlo y nos lo quedáramos porque era increíble, de la habitación se pasaba directamente a la playa con un césped guapísimo en medio y vistas del muelle y de los surferos que, con el atardecer se estaban yendo a casa y ¡había que verles!.

Tras llevar al piratilla hasta la puerta, como unas señoras, nos dispusimos a explorar esos maravillosos sitios del lugar, que, siendo casi las nueve estaban en su mayoría cerrados ¡qué país! Y los que estaban abiertos nos parecieron de turisteo por el oeste americano, muy de peli del oeste, chulos, pero que pasábamos de dejarnos la pasta en ellos así que fuimos a la única tienda de “comestibles” abierta que vimos a comprar guarrerías para cenar y una botella de vino. El tipo de la tienda, como suele pasar aquí, era de padres sudamericanos pero había nacido aquí y, por lo tanto, le costaba hablar español pero estaba deseando “platicar” así que platicamos hasta que se puso pesado repitiendo una y otra vez “y qué hacen tres chicas solas en Cayucos” y le acabamos diciendo “bebernos una botella de vino” a lo que respondió que le parecía poco y que nos esperaba en media hora, que estaba seguro de que volveríamos a por más. Ya en nuestra habitación con nuestras QUEEN BEDS (dos camas dobles) cenamos, vimos las fotos, yo vi LOST, me gané fama de poco participativa y… poco a poco fuimos cayendo todas al sobre…

viernes, 17 de abril de 2009

EL VIAJE

Hace poco menos de una semana que he vuelto de un viaje tremendo por el norte de California, Nevada y Arizona. La vuela al “curro” no ha estado mal, pero me acuerdo sin parar del viaje y de todas las aventuras que hemos vivido, así que he decidido escribirlas desde el principio.
El viaje surgió con la visita de dos súper amigas españolas: Carmen y Salvia, que venían para estar aquí 15 días y como yo no había hecho ningún viaje aún y ellas estaban deseando conocer buena parte de los parques naturales de aquí, pues allá que fuimos. Lo planificamos todo en un par de horas, sin casi moteles reservados ni rutas concretas hechas.

Todo empezó alquilando un coche en un peculiar “Rent a Car” que a mí no me daba ninguna confianza a pesar de que se llamaba “OK Rent a Car”, alquilamos un Chrysler descapotable con una oferta especial que tenían. Lo llenamos de cosas y tenía el maletero tan pequeño que no nos cabía todo, le pusimos la careta de un PIRATA atada en el asiento del copiloto, de manera que cada vez que veíamos el coche nos pegábamos un susto porque parecía de verdad.
Empezamos el viaje un día más tarde de lo revisto, es lo que tiene no planificar, y gracias a eso pasamos una tarde increíble en Topanga con mi compañera de casa y los caballos a los que cuida. Estuvimos montando a caballo y luego en este sitio tan chulo que se llama Froggy’s Bar y por primera vez entendí el por qué del nombre, porque pasa un río al lado y las ranas se oyen de forma exagerada, creo que más ahora en primavera que las otras veces que fuimos.
Y esos fueron los preparativos del viaje, que duró 10 días con sus diez noches...