Estoy arrastrándome de cansancio, ¡pero os tengo que contar el fin de semana!
Mi compañera de casa me invitó a ir a la playa, tardé lo que tarda el correcaminos en hacer “mec-mec” en estar lista y esperando ansiosa en la puerta. De camino me enteré de que íbamos a Malibu, alegría total, os podéis imaginar. Unos 30 minutos después estábamos girando a la izquierda desde la carretera y entrando por un sitio en cuyo cartel ponía “Paradise Cove”. A la derecha, según me explicó, en lo que parecía un acantilado inmenso con un bosque encima, estaban las casas de las celebrities (me viene a la cabeza Muchachada Nui cada vez que oigo la palabra), blindadas con bosques y vallas altísimas. Pregunté si tenían sus propias playas y me dijo que no, pero que sí había quien en alguna ocasión había pagado 5.000$ diarios para conseguir la exclusividad de alguna de las playas. La carretera por la que se llegaba era lo que aquí llaman Highway, que a mí me parece como una autopista normal por la velocidad a la que van y porque hay dos carriles en cada dirección, pero no lo es porque tienen semáforos e incluso cruces y… porque en los arcenes se puede parar y ¡vaya si paran! Sobre todo los paparazis, que en esa zona son famosísimos, (a mí me confundieron con uno por el tamaño del objetivo de mi cámara, pero me debí quedar muy corta porque me lo dijeron medio en broma). Total, que se paran en el arcén e intentan sortear árboles y vallas para obtener las mejores fotos de aquéllos que, a toda costa, tratan de preservar su intimidad.
Después de pasar a través de casas increíbles con bosques increíbles a ambos lados, llegamos a una playa que tenía parking, restaurante y de todo. La playa era una monada, el restaurante da nombre al lugar:
PARADISE COVE Comimos marisco y otras lindezas del mar. El restaurante hay que reconocer que tiene mucho encanto, aunque en la página web no lo parezca. Fuera tiene unas sillas de madera por las que no hay que pagar y ¡¡hasta camas con su sombrilla!!, pero todas ocupadas por familias muy jóvenes con bebés muy pequeños y preciosos. Por cierto, las mamas estaban divinas, unos cuerpazos que cualquiera diría que habían dado a luz hacía escasos seis meses, y bebiendo Champan en copa de cristal, que es algo que en mi vida se me habría ocurrido hacer en una playa. Siestecita, unas fotos y… ¡si ellas pueden beber champan, nosotras podemos beber cerveza! Así que me metí para dentro, compré dos Coronitas, que me las vendieron a precio de oro y le di una alegría a Tania. Nos fuimos súper pronto porque las dos teníamos compromisos esa tarde, pero de camino llamó una amiga suya que necesitaba ayuda con una mesa. Yo, muy agradecida por la mañana de playa inesperada, le dije que le ayudaba de mil amores ¡¡¡y no sabéis cómo me alegro!!! Hasta luego Malibu y Highway de vuelta a LA, de pronto giramos a la izquierda y empezamos a meternos entre montañas, yo flipando: “¿Qué zona es esta”, “Topanga Canyon”. No sabía ni de qué me sonaba lo de Topanga, pero me sonaba. 20 minutos sin parar de subir por una montaña, la carretera cada vez más estrecha: “¿por aquí qué animales hay?”, “osos, coyotes… ¡anda mira, un alce!” ¡¡¡¡¡¡UN ALCE CON CRÍAS DETRÁS!!!!!!!! Pero ¡por Dios, que vengo de una ciudad en la que si ves a una ardilla más de 2 segundos en el Retiro ya te vas feliz a casa! Pues sí, un alce, con sus cuernos peluditos, con mi triste inglés en estos casos puede que fuera otro animal, pero los cuernos eran como de terciopelo. De todas maneras Tania se paró con el coche y todo porque dijo que nunca antes les había visto por la zona. A todo esto en la portada del “Los Angeles Times” había una foto de una familia de linces que habían ocupado una casa de veraneo de Santa Mónica (creo) me quedé tan alucinada de que una especie tan cara de ver en la península ibérica fuera portada de una noticia así que también le pregunté y efectivamente obtuve la respuesta que me dejó los pelos como escarpias: “Sí, por aquí hay muchos”. [Montesinas, no sé qué hacéis que no estáis ya aquí]
Llegamos a la casa, allí Tania tiene dos caballos blancos preciosos a los que monta muy a menudo (no te dejan tener caballos nada más que en esa zona de LA, cosas del Schwarzenegger) desde la casa se veía el mar a lo lejos y la Isla Catalina. Ayudamos a mover las cosas que su amiga nos pidió para una fiesta que estaba organizando (por cierto, amiga de casi 70 años pero de las que vivieron la época hippie a más no poder, con una vitalidad y una vida que me dejó anonadada), cuando terminamos, de nuevo montañita abajo. Mientras bajábamos vimos como recogían los bártulos de haber rodado algo, una peli, un anuncio, etc. y me contó que era una zona en la que siempre estaban grabando algo, por lo chula que era la zona para simular casi cualquier cosa en la que se necesitara naturaleza salvaje y porque estaba muy cerca de los estudios de cine.
Una vez abajo ya creía yo que nos íbamos a casa, pero no, en lugar de volver a la carretera que bordea el mar me preguntó si tenía hambre, que algo tenía, y nos metimos aún más profundamente en la zona hasta llegar a… Froggy's Topanga Fish Market, sitio peculiar donde los haya. Resumiendo, que esto ya es larguísimo, lo que me dejó pasmada aquí fueron una especie de linternas que funcionaban con luz solar en las que había flores de plástico a las que le ponían miel y esto atraía a colibríes. Al principio creía que era una horterada de farolillos que tenían pájaros de plástico que con el aire se movían las alas. Cuando me di cuenta de que eran colibríes de verdad, que nunca antes los había visto, no paré de sacar fotos y básicamente no hice nada más. La pobre Tania se comió su merienda sola porque no me podía despegar de los pájaros.
Después de esto sí que nos fuimos para casa. En el Highway vimos un accidente de esos en los que un coche del carril izquierdo, nadie sabe cómo, acaba empotrado en una montaña del carril derecho y el tráfico estaba cortado en ese carril hasta Santa Mónica. Había una niña en estado se Shock al lado del coche y la gente parada en primera fila, tomándoselo con una calma que si fuera España estarían todos fuera de los coches. No quise mirar demasiado si os digo la verdad.
Después de la sesión de fauna que nos habíamos dado, me dio por echarle un vistazo a las arañas del jardín por si acaso aparecía una Viuda Negra, que ya me habían hablado mucho de ellas por aquí ¡¡¡y apareció una!!! Debajo de la barbacoa, de la emoción llamé a Tania, que nunca había visto una, y le estuvimos haciendo fotos hasta que se movió, nos cagamos de miedo y nos fuimos a dormir.
¡Esta vez todas las fotos son mías! besos a todas-os!!
5 comentarios:
Joder nena! Ni Félix Rodríguez de la Fuente!
Te entiendo, yo también hubiera flipado más con los bichos que con cualquier cosa.
La Sil
Me han encantado los caballos, ¿son de Tania? quizá sea este el momento de aprender ser cowboy, o cow-woman, y que te enseñe a montar. Topanga me suena a la novia de Apu del Badulake de los Simpson, pero no estoy segura. Me encantan tus fotos, sobre todo la de los colibries, la araña no tanto, porque yo también soy cagona, cierra bien la puerta por la noche. Muchos besicos
Fíjate lo que aprende una, nunca he estado en Paradise Cove, ni en el Fish Market ese, humm... Y luego dicen que no hay nada que ver en L.A.
Muchas gracias por la felicitación, ¡las Virgo somos una plaga! ¡y a ver cuando nos conocemos in person, chiquilla! Yo aún no sé qué haré por mi cumple pero será el sábado seguro,que con tanto judío alrededor, el viernes es muy complicado ;) si no ocincide con tu celebreishon o si quieres apuntarte avísame que estás invitadísima :)
Hombre las dos Silvias! ya me gustaría montar a caballo, no creas que no, pero pelín de miedo me da.
Irene ¡qué ilusión! ¡¡que eres virgo!!, a ver si nos conocemos pronto, si aprendo como llegar al bar de las ranas algún día intento enseñártelo ;)
Qué de cosas. A mí Topanga me suena a la novia de Cody Mathews de la serie Yo y el mundo, era un rubia de pelo largo de lo más hippy con botas de cow boy.
Cómo me laegro de que estés tan entretenidilla.
Yo voy a seguir poniéndome al día.
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