De vuelta a casa, a Alfonso se le ocurrió que sería buena idea traerme una maleta del albergue ya que tenía coche por un día y fuimos al albergue a por ella, después visita a Camarillo que es donde vive, a aproximadamente 45 minutos en coche a la velocidad permitida, más o menos, en autopista y con la capota levantada, lo que fue toda una experiencia. La autopista (Freeway) 101 al salir de Los Angeles (la que se ve en el plano abajo que llega hasta Ventura en el oeste, si se pincha en el plano se ha ce más grande y se ve mejor) deja a la izquierda Mullholand Drive, que me tuve que sujetar a la vuelta (sobre las 23:40) para no gritar: “¡¡¡quiero ir por esa calle!!” Luego pasa por Calabasas que debe ser una zona donde vive gente con mucha pasta, en la parte de arriba de la autopista se queda lo que llaman aquí el “Valley” y así entre “Miles de robles” (Thousend Oaks) y Ventura está Camarillo. Con un campo de golf pegado a la urbanización y una montaña que de noche parecía preciosa pero con un nombre que, lo siento, pero entre españoles es muy muy gracioso: Montaña conejo! Que además el nombre está en español, vaya: “Conejo Mountain” justo antes de llegar la carretera tiene un descenso tremendo y hay unas vistas de la ciudad de impresión, además de que la luna, que era casi llena, estaba enorme y bastante impresionante. Fuimos a una
cervecería cercana donde tuve que enseñar mi pasaporte para entrar, aunque me di cuenta de que el pobre chico de la puerta por mucho que buscó no encontró mi fecha de nacimiento, igualmente nos etiquetaron con una pulserita como la que te ponen en los festivales, que ya se encargó Alfonso de contarme que era para que nos dejaran pedir alcohol, él se pidió un ruso blando y yo una cerveza tostada que tenía un sabor fuerte, fuerte, yo andaba buscando algo similar a la Mahou (¡qué le vamos a hacer, tiro para casa!) o a la Dorada de Tenerife, pero esta las superó a las dos, lástima que no recuerde el nombre. La carta os aseguro que no podía ser más variada, tardé largo rato en decidirme mientras me comía todo el pan que eran como flautas pequeñas con su dosis de grasa que te pringaba las manos, pero que estaban de muerte, como la comida: pollo con salsa de alcaparras, puré de papas y parrillada de verduras con una sopa francesa de cebollas… sí, era tanto como parece al contarlo, nos ofrecieron dos cajas de plástico para llevarnos todo lo que no pudimos comer y vimos el principio de un concierto de rock clásico de un grupo, Red Muffs, que tenían pinta de majetes. La gente en seguida se animó y salieron varias parejas a bailar, todas entre los 50 y los 60 pero de muy buen ver y sobre todo con mucho sentido del humor, me empezaron a llamar la fotógrafa porque saqué mi cámara para hacer fotos de los instrumentos del grupo y una de las mujeres me echó una charla en el baño diciéndome que cómo podía tener sueño con lo pronto que era, todo eso con una sonrisa y una marcha en el cuerpo que ya me gustaría a mí. No sé si aún por el cambio de hora, pero antes de las 12 en plan cenicienta me caía de sueño y pedí regresar a Santa Mónica, donde nos plantamos en un pispas, esta vez con la capota subida y viendo como nos adelantaba todo Dios, hasta la policía. Al entrar en Santa Mónica Bulevar había un grupo de gente disfrazada como si fueran las fiestas del orgullo gay y resulta que ponían en sesión de madrugada:
The Rocky Horror Picture Show que, por si alguno no conocéis la película, os dejo un link porque merece la pena. En una lucha encarnizada con mi cansancio intenté que mi mente dominara a mi cuerpo y poder entrar a verla, pero ganó el cuerpo y a las 12:30 ya estaba en casita, aunque no dormida sino hablando por el Skype hasta altas horas. Es lo que tiene, esto me encanta pero os echo de menos :)
1 comentario:
Ando algo rota leyendo...y es que esto del blog está muy bien..pero no tengo tu nick del skype y lo tengo instalado!!! Pásamelo por mail, si eso.
Laura.
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